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Por Augusto Bazán Pérez
Fundación Wiese | Complejo Arqueológico El Brujo
Director de Investigaciones
Tradicionalmente, se denomina cultura a un grupo social que compartió las mismas creencias, pertenecía a la misma economía, hablaba la misma lengua y vivía dentro de un mismo sistema sociopolítico. Básicamente, un pueblo que compartía una misma identidad. Esta visión estática de una sociedad se encuentra en permanente debate, considerando que “cultura” es una palabra que tiene demasiados significados, lo cual dificulta su uso. Actualmente, se prefieren otros términos para denominar a los antiguos pueblos estudiados por la arqueología (sociedades, grupos sociales, formaciones sociopolíticas, etc.), considerando que el antiguo concepto de cultura es muy monótono y tiende a ideales nacionalistas desfasados en las ciencias sociales. Se entiende que dentro de las formaciones sociales hay mucho espacio para la diversidad y las disidencias, sin perder de vista aquellas características culturales en común, que las identifican de manera particular, y que son notorias en su cultura material: en la forma y estilo de sus cerámicas, en cómo construían sus templos y viviendas, en la forma cómo enterraban a sus muertos, en sus estructuras sociales y niveles de desigualdad, en su dieta y calidad de vida, etc.
Precisamente, a través de su cultura material, es decir aquellas cosas u objetos que produjeron y que perduran hasta nuestros días. Los arqueólogos recuperan la cultura material, por lo general a partir de excavaciones arqueológicas, y clasifican la evidencia en función a distintos criterios. La idea general es que características en común definen a un mismo grupo social. Dicha similitud está guiada preponderantemente por el estilo, entendido como la forma particular de elaborar y decorar un objeto bajo pautas sociales. El estilo se plasma en diversos soportes materiales. Cuando nos referimos a un mismo estilo de cerámica, de arquitectura, de arte figurativo o iconografía, se habla de un conjunto de conocimiento, creencias y técnicas compartidos por una misma sociedad. Por ejemplo, la cultura Lambayeque está definida por un tipo de cerámica y arquitectura en específico. La cerámica Lambayeque tiene diversos atributos estilísticos y formales (su forma típica, es el Huaco Rey), y se encuentra asociada a determinados espacios, v.g. templos o centros ceremoniales, con rasgos muy distintivos (pirámides con lados lisos e inclinados, con presencia de rampas y hechos de adobes planoconvexos sin gabera).
Figura 1. Términos usados en la clasificación arqueológica que logran la identificación de culturas y sociedades, a partir de atributos individuales (forma, decoración) básicos de una vasija hasta la cultura arqueológica completa. Tomado de (Deetz 1967:107; Renfrew y Bahn 2012:118)
La presencia de los mismos materiales previamente indicados, en determinados espacios geográficos, da una idea de la extensión territorial de una determinada formación social, y/o sus áreas de influencia. Por ejemplo, la cerámica Mochica, así como su característica arquitectura monumental, no existe más al norte del valle de Piura ni más al sur del valle de Huarmey. De la misma forma, no existe en los valles altos de las cuencas que descienden hacia el océano, es decir jamás dominaron la sierra. Ahí donde dicha cultura material característica no es frecuente y más bien convive con otros tipos de expresiones, puede interpretarse como áreas periféricas o de influencia tenue, mas no control directo.
Figura 2. Extensión de la cultura Mochica. La cultura material con rasgos mochica (cerámica, arquitectura, entierros, metalurgia, etc.), en conjunto, no se encuentra más al norte del valle de Piura ni más al sur del valle de Huarmey. Tampoco se encuentra en la sierra de los Andes, más allá de las partes medias de los valles norteños que descienden hacia el océano Pacífico. Tomado de (Donnan y McClelland 1999:12)
Las culturas, tal como los seres vivos, cumplen en términos generales el mismo ciclo vital: nacen, se reproducen y mueren. El colapso o desaparición de una sociedad, sin embargo, y tal como la muerte de un ser vivo, no es definitivo, sino que trae legado. Las organizaciones cambian, pero las personas subsisten y conservan rasgos de sus predecesores: tecnología, conocimientos, ciertas instituciones, y creencias que pueden sobreviven incluso en el presente. Y el “fin” de una cultura es, sin duda, el inicio o la formación de otra. Para saber cuándo sucedió el nacimiento y caída de dicha formación social, la arqueología utiliza preferentemente la datación por Carbono 14. Esta técnica físico-química determina el tiempo transcurrido entre la muerte de un objeto orgánico y el año 1950 (el presente o la fecha de la invención de la técnica). Mediante estratigrafía cultural, el principio que permite determinar qué expresión cultural precede a otra mediante la superposición, se determina la expresión más antigua de una cultura, inmediatamente posterior a una previa, y su expresión más tardía, previa a la aparición de una expresión cultural distinta y posterior. Si se fechan muestras de ambos parámetros podemos entender la duración del fenómeno social analizado. Por ejemplo, en el valle de Chicama la evidencia mochica más temprana corresponde al 200 a.C., mientras que la más tardía corresponde al 700 d.C., aproximadamente. Cabe precisar que los rangos temporales no son iguales en todos los valles, por lo cual la investigación debe ser rigurosa y constante para obtener más muestras y poder así refinar las cronologías, o la duración y temporalidad de los fenómenos sociales estudiados en la historia prehispánica.
Figura 3. El radiocarbono o Carbono-14 es producido en la atmósfera y absorbido por las plantas a través del dióxido de carbono, y por los animales a través de la ingesta de plantas o de otros animales (Renfrew y Bahn 2012:137). El consumo de Carbono-14 se detiene cuando el animal o la planta muere. La cantidad de C14 de un material orgánico muerto determina la cantidad de tiempo transcurrido entre su muerte y la actualidad.
Figura 4. Un ejemplo de los cambios detectados en los elementos constructivos y arquitectura monumental de la costa norte, elaborado por Marcus Reindel a inicios de 1990. En un rango de casi 3000 años identifica los cambios ocurridos en la forma del adobe, la forma cómo estos se colocaban en las construcciones, los tipos de arquitectura pública construida y sus fachadas, así como los cambios o diversos tipos de rampas para acceder a los monumentos. (Reindel 1993:368)
La identificación de culturas que no tuvieron escritura, así como su estudio desde distintos puntos de vista (cronología, dieta, sistemas sociopolíticos, religión, patrones funerarios, etc.) es el objeto de estudio de la arqueología. El presente resumen plantea aquellos aspectos básicos en el estudio de una sociedad prehispánica. Es importante entender, sin embargo, que la muestra que los arqueólogos analizamos cada vez es más pequeña. Los testigos o evidencia de las ocupaciones antiguas cada vez son menores debido al tiempo, al saqueo, a la destrucción sistemática de los sitios arqueológicos víctimas del crecimiento urbano desordenado y la poca regulación en el avance de la obra pública y privada, entre otros factores. De ahí que el registro de estas debe ser exhaustiva, y se debe promover los estudios que permitan tener más datos y así poder entender mejor a las sociedades que nos precedieron y de las cuales provenimos.
Referencias
Deetz, James. 1967. Invitation to Archaeology. New York: The Natural History Press.
Donnan, Christopher B., y Donna McClelland. 1999. Moche Finelines Painting. Its Evolution and its Artists. Los Angeles: UCLA Fowler Museum of Cultural History.
Lumbreras, Luis G. 1974. La Arqueología como Ciencia Social. Lima: Ediciones Histar.
Ramón, Gabriel. 2005. «Periodificación en Arqueología peruana: genealogía y aporía». Bulletin de l’Institut français d’études andines 34(1):5-33.
Reindel, Markus. 1993. «Baumaterialien, Konstrktionstechniken und Bauformen der monumentalen Lehmarchitektur an der Nordküste Perus». Beiträge zur Allgemeinen Archäologie (13):331-83.
Renfrew, Colin, y Paul Bahn. 2007. Arqueología. Teoría, Métodos y Práctica. 3ra Edición. Madrid: Ediciones Akal.
Renfrew, Colin, y Paul Bahn. 2012. Archaeology. Theories, Methods, and Practice. 6th Edition. Hong Kong: Thames and Hudson.
Rowe, John H. 1962. «Stages and Periods in Archaeological Interpretation». Southwestern Journal of Anthropology 18(1):40-54.